viernes, 21 de diciembre de 2012

Lluvia en las pestañas.



Había escuchado eso de que para olvidar el fuego iba bien, o al menos para llevarlo mejor. Había que escribir una carta a esa persona con todo lo que quisieras decirle, sus recuerdos, tus sentimientos... pero no para enviársela, sino para quemarla. Dicen que si acercas esa carta a una llama y la quemas al mismo tiempo que el viento se la lleva el dolor no se te queda tan dentro. Decidió probarlo. Cogió una hoja de papel de las que había en la impresora, no recordaba donde estaba el resto del paquete, era demasiado desordenada y la cabeza no le daba para pensar en ese momento. No sabía por donde empezar. Comenzó a mirar fotos y cientos de recuerdos se le vinieron a la cabeza al mismo tiempo que sus lágrimas no aguantaban sin salir a la luz. Entonces cogió su bolígrafo bic azul y empezó a escribir.

<<Los días pasan y este dolor no se me va del pecho. A veces duele tanto que me cuesta respirar. Me acuesto temprano para estar sola y pensar en ti, bueno, igual que todo el día, pero cuando estoy con otra gente trato de esconder las lágrimas y sonreír como puedo, aunque a veces me es imposible y rompo a llorar esté con quien esté. Las noches son duras, echo de menos tus llamadas, así que cuando llega la hora prefiero ir para mi habitación. Me meto en cama y me tapo lo más que puedo, aunque el frío no desaparece. Tiemblo, es como esa sensación cuando tienes fiebre, pero hay que sumarle ese dolor tan fuerte que me atraviesa el pecho y la falta de tus brazos para quitarme el frío, lo mucho que necesito un abrazo tuyo. Entonces empiezo a hacer una recopilación de momentos contigo, lo hago cada noche. Son muchos los recuerdos, muchos y hermosos. A veces me da miedo la posibilidad de olvidarlos, no quiero que se me escape ni una sola cosa que haya pasado contigo, por eso cada noche hago memoria, aunque no me cuesta mucho. 
Fuiste el primero que pisó mi luna. ¿Sabes? Hubo momentos que hasta llegué a pensar que podrías ser el último, que ya no habría más. No quería más. A veces me preguntabas aquello de si era eso lo que quería, si no me asustaba pasar el resto de mi vida sin probar nada más, sin tener más historia que tú. Claro que no, yo no sabía si podía haber algo mejor, pero no me interesaba porque contigo me sentía completa. Felicidad en estado puro, brutal, era como volar. Día tras día. Siempre estaba contenta. Fue el mejor tiempo de mi vida.
Sabías perfectamente cuando decirme 'te quiero', eses 'te quiero' a los que al principio tanto me costaba responder. Me limitaba a sonreír tímidamente. Un día conseguí empezar a contestar con un 'y yo' no muy alto hasta que comencé a decírtelo. Llegó un día en el que me salía solo, que lo necesitaba. Recuerdo que me decías que tú me querías más. Yo siempre te lo discutía, te decía que no podías saber lo mucho que te quería yo para saber si tú lo hacías más. Al final parece ser que gané yo en eso de querer, aunque en realidad saliera perdiendo, ¡qué irónico! Nunca llegaré a saber si en el amor el que gana es el que más o el que menos quiere, depende de en qué sentido te lo preguntes supongo.
Tenías una forma de besarme que me alejaba de este mundo, no puedo explicar esa sensación. No hay mejor sitio que entre tus brazos. Me volvía loca tu forma de cerrar los ojos y de abrazarte a mí como alguien que se agarra con todas sus fuerzas a un salvavidas en el mar. Me encantaba quedarme dormida sobre tu pecho y despertarme quizás en la misma postura o tal vez no, pero siempre pegada a ti. Y digo esto porque tenías días en los que no parabas quieto, a veces me despertabas y no podía evitar reírme, me quedaba mirando para ti y sonreía, tal cual un “niño pequeño”, pensaba. Me gustaba tu forma de despertarme y me gustaba despertarte a ti. [...]>>

Así siguió. Una vez que escribió las dos primeras líneas ya no pudo parar. Llenó folios y folios. Empezó a recordar un montón de momentos con él. Lo escribía todo. Escribía todo para ver si esos recuerdos dejaban de dolerle. Llenó hojas de tinta y de lágrimas, que no dejaban de deslizarse por sus mejillas. Parecía una competición. Le recordaba a cuando era pequeña y se aburría en el coche y apostaba por una de las gotitas de lluvia que corría por el cristal de la ventanilla. Con sus lágrimas pasaba lo mismo, aunque esta vez no pensaba en eso, le daba igual la que ganara, es más, llegaba un punto en el que ya ni siquiera se daba cuenta de que lloraba. Solo cuando la gota caía justo en el trozo de papel donde le tocaba escribir y la tinta se corría, pero le daba igual. Ella seguía, total… nadie iba a leerlo... Recuerdo tras recuerdo, hoja tras hoja. Hasta que la impresora se quedó sin folios. Entonces no le quedó más remedio que buscar los otros. Estaban bajo la montaña de libros, apuntes, revistas y todo lo que se te pueda pasar por la cabeza que había en la mesa del salón. Continuó. La mano le dolía, pero los recuerdos no se acababan, ni todo lo que le quedaba por decir. Llegó un punto en el que decidió despedirse definitivamente, aunque podría seguir rellenando miles de hojas, podría escribir un libro.

<<[...] Siempre que me necesites estaré, lo sé. Recuérdalo. [...]>>

No tenía mucho sentido escribir aquello dado que nadie más que ella podría leerlo, pero tuvo que hacerlo, necesitaba decirlo. Sabía que así sería por mucho daño que le hiciera.

<<[...] Me acuerdo de esa frase: "lo guardaremos en nuestra memoria como un bonito recuerdo, como cuando metes algo en un baúl, algo que quedará ahí para siempre y que podrás recordar cuando quieras". Pero yo no quería meterlo en un baúl, yo quería seguir llenándome de momentos contigo y de meterlos en él, que fuera por si algún día se me llegaban a olvidar de tantos que tuviera. En un baúl para los dos. Por si cuando fuéramos dos abueletes quisiéramos recordar. Pero sé que eso no depende de mí y lo entiendo, eso es lo que más me fastidia. Tampoco olvido esa frase de "que nunca se sabe lo que puede pasar, ahora, por todo esto, creo que es mejor dejarlo, pero quiero estar bien contigo, quiero seguir sabiendo de ti porque tienes un corazón enorme y no quiero perderte. Además nunca se sabe, a lo mejor en un futuro es un buen momento. A lo mejor el día de mañana nos encontramos y quién sabe… y si ahora quedamos mal no hay posibilidades de nada". También me dijiste que durante todo el tiempo me habías querido y que todavía seguías haciéndolo. [...]>>

La despedida se siguió alargando.

<<[...] "De verdad que deseo lo mejor para ti y si empiezas con otra persona, que seguro que sí porque eres increíble, espero que te quiera por lo menos la mitad que yo y que te cuide como la princesa que eres". Todavía no me tienen mucho sentido esas palabras, yo quiero que seas tú el que me quiera y el que me cuide y me dan igual las circunstancias. Quiero que tú seas el que me quiera, ni la mitad, ni tres cuartos, ni el triple, quiero que tú me quieras a tu manera, como tú sabes, y que sea por lo menos un cuarto de lo que te quiero yo, con eso me bastaría porque créeme que eso ya es bastante.
Lo que me asusta de todo esto es que tengo esa sensación de que ya nada más volverá a ser igual. Que nunca volveré a volar. Nunca querré a alguien como a ti y nada será lo mismo, contigo todo era nuevo y especial. Cada día era como un nuevo capítulo de esos en los que no sabes lo que va a pasar, pero que siempre es bueno. Así lo vivía yo. Siempre avanzando, cada día algo nuevo. Aunque ahora mismo, siéndote sincera, tampoco quiero que eso pase con nadie más, porque solo puedo pensar en estar contigo. Es difícil tener que desprenderse de algo así. Pero la vida sigue, tiene que seguir, aunque sea como algo que no tiene mucho sentido. Mi gente me ayuda a seguir, y menos mal, porque sino no sé que sería de mí. [...]>>

Así siguió. Cuando consiguió ponerle punto y final vio demasiados folios y no sabía cómo hacer para quemarlos y no causar un desastre. Entonces se acordó de aquel sitio. Se acordó de aquel sitio que había en su pequeña ciudad. Ese sitio al que tanto le gustaba ir cuando quería estar sola, pensar y reflexionar en sus cosas. Ese sitio tan especial que le parecía que solo ella conocía. Pero antes de nada quiso leer aquellas palabras por última vez. Las lágrimas, que se habían tomado un descanso, volvieron otra vez al leer. De nuevo la competición. Pero al mismo tiempo a veces no podía evitar sonreír al pensar en todo aquello. Por momentos olvidaba lo malo, era como si se teletransportara y lo reviviera. Se sintió afortunada por esas vivencias, pero le mataba pensar que ya no iba a haber más, que se habían acabado. Por un momento le dio miedo quemar aquellos papeles, pero recordó el motivo por el que los había escrito, entonces secó sus lagrimillas, se lavó la cara para despejarse, cogió su chaqueta y salió de casa con sus hojas llenas de sentimiento y un mechero que le cogió a su madre.
Ya estaba allí. Se sentó un momento a pensar en ello, pero no demasiado, el que ella misma consideró suficiente. Entonces se levantó y comenzó a quemar los papeles, uno a uno. Cogía uno, lo quemaba y veía como se iba consumiendo al mismo tiempo que el viento se lo llevaba esperando que también se llevara el dolor con él. Así hizo con todos hasta el último. Mientras vio como desaparecía, se sentó apoyada en aquella piedra que tanto le gustaba y allí se quedó dios sabe cuanto tiempo, perdió la noción. El frío se le calaba en los huesos, pero no quería volver, no quería moverse, ese aire frío le ayudaba a despejarse y la anestesiaba un poco. Pero llegó un momento en el que creyó que se tenía que ir porque sus padres ya estarían preocupados. Entonces secó de nuevo sus lágrimas, puso una sonrisa en su cara y salió de allí, de su lugar especial, aquel que era como de otro planeta donde no había nadie más, su lugar donde evadirse de la realidad. En ese mismo momento entendió el sentido de ese pequeño truquillo, aquello servía para soltar todo lo que te corroe por dentro, para desahogarte y en cierto modo aliviarte, pero se dio cuenta de que ese dolor solo el tiempo podría curarlo, aunque también pensó que lo que había hecho era una buena terapia que tal vez algún día repitiera.

3 comentarios:

  1. :*

    Qué fácil es querer, y qué difícil entender que nunca será como fue en algún momento.
    Yo lo único que te puedo decir es: "Llegará un día que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza." (Paul Geràldy).

    Hoy puede, que duelan, y mañana también.. pero los recuerdos son nuestra vida, guárdalos en ese bahúl, en el tuyo propio. Algún día serás los suficientemente valiente para abrirlo y recordarlo, y entonces no será una competición de lagrimas, será un guiño cómplice con una sonrisa a ese momento.

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  2. Como dice la frase de Jose Ingenieros "la vida humana representa, la mayor parte de las veces, una ecuación entre el pasado y el futuro"

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  3. Que sencillo resulta amarcuando eres correspondido y que dificil cuando ves que la otra persona ya no te corresponde no te ama el mundo cae tu corazon sientes como se rompe no no como se rasga pero que dificil es ser madre en ese momento y no saber que hacer como recoger esos trocitos de tu niña y volver a recomponerlos bufff verla llorando y no saber consolarla estos son los pasos de la vida los golpes que va pegando pero lo que yo espero es que tengas muchas mas vivencias bonitas y especiales siempre mereceran la pena por algo te quiero nat y aqui estoy y estare siempreeeeeeeeeeeeee

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