jueves, 27 de diciembre de 2012

"...She gives them butterflies, bats her cartoon eyes..."


Tiene luz propia, brilla como un diamante, es el centro de todas las miradas. "Es alarmante, honestamente, cuan encantadora puede llegar a ser". Irradia belleza. Tal vez no sea la más bella de todas, pero tiene algo especial, un estilo peculiar, sí, tiene estilo. Puede que no sea la más bonita, pero aún así, todos la miran. Viste su vestido rojo favorito, uñas negro brillante, labios pasión que tal vez en la noche coloreen alguna que otra camisa, como parte de su juego. Triunfante, así es ella.  Puede hacer creer a todo el mundo lo que quiera con facilidad, puede decirles que su vida es la mejor, puede decirles que se está muriendo. "No tiene ningún problema en mentirse a sí misma", dice que se divierte. Quizás su vodka le ayuda un poco, quizás así se engaña con más facilidad. Baila, baila como si nadie la estuviese mirando, aunque sabe que todos la miran. Contonea su cuerpo con una gracilidad que todas quisieran, con un estilo inigualable, no parece real. Sus ojos brillan no se sabe si por el alcohol que lleva en sangre o por su dolor ya permanente. Es una diosa. Todas la envidian y ella lo sabe. Desprende sensualidad por cada poro de su cuerpo. Así quiere que la vean, como una diva, es la vida que escogió llevar. Busca ser, además del centro de visión de todos los hombres, el de las cámaras. Puede conquistar a cualquiera con su brillante sonrisa, hace volar mariposas a cualquier desconocido, no le importa, "confía en la amabilidad de los extraños". Fue la vida que eligió, parece la chica más feliz, parece libre, pero ni siquiera tiene a donde ir. Puede que esta noche despierte entre los brazos de un desconocido, pero no es más que eso, un desconocido a quien probablemente no vuelva a ver. 




Darling, darling, doesn't have a problem 
Lying to herself cause her liquor's top shelf 
It's alarming honestly how charming she can be 
Fooling everyone, telling them she's having fun 

She says, "You don't want to be like me 
Don't wanna see all the things I've seen 
I'm dying, I'm dying 
She says, "You don't want to get this way 
Famous, and dumb at an early age 
Lying, I'm lying 

The boys, the girls, they all like Carmen 
She gives them butterflies, bats her cartoon eyes 
She laughs like God, her mind's like a diamond 
Audiotune lies, she's still shining 
Like lightning, white lightning 

Carmen, carmen, staying up till morning 
Only seventeen, but she walks the streets so mean 
It's alarming truly how disarming you can be 
Eating soft ice cream, Coney Island queen 

She says, "You don't want to be like me 
Looking for fun, getting high for free 
I'm dying, I'm dying 
She says, "You don't want to get this way 
Street walking at night, and a star by day 
It's tiring, tiring 

The boys, the girls, they all like Carmen 
She gives them butterflies, bats her cartoon eyes 
She laughs like God, her mind's like a diamond 
Audiotune lies, she's still shining 
Like lightning, white lightning 

Baby's all dressed up with nowhere to go 
That's the little story of the girl you know 
Relying on the kindness of strangers 
Trying cherry knots similing, doing party favours 
Put your red dress on, put your lipstick on 
Sing your song, song, now the camera's on 
And you're alive again 

Mon amour, je sais que tu m'aimes aussi 

The boys, the girls, they all like Carmen 
She gives them butterflies, bats her cartoon eyes 
She laughs like God, her mind's like a diamond 
Audiotune lies, she's still shining 
Like lightning, white lightning 

Like lightning, white lightning... 

Darling, darling, doesn't have a problem 
Lying to herself cause her liquor's top shelf "

Carmen - Lana del Rey


miércoles, 26 de diciembre de 2012

"El tiempo nos acaba dando caza a todos"


Después de 17 años hay ocasiones en que aquella pequeña niña sigue apareciendo. En estas fechas ocurre. Como cada año, es como si la pequeña volviera a casa por Navidad, cada año revive.

Miércoles por la tarde. Su padre se ha levantado de la siesta y parece que se va a dar un paseo. Viene a decírselo al salón y entonces, tras una mirada que él entiende perfectamente los dos sonríen y él pregunta: “¿qué pasa?”, pero no cuela, ella sabe que se da cuenta de lo que pasa, no sabe hacerse el tonto, su cara lo dice todo. Así que no le queda más remedio que prepararle algo de merienda. Intentaba escaquearse, pero si su niña se lo pide cede sin necesidad de mucha insistencia, siempre ha sido así, ella lo sabe y tal vez, a veces se aproveche un poco de ello. Después de preparársela se va. Mientras estaba merendando, algo se le vino a la cabeza. Una sonrisa iluminó su rostro, una sonrisa como la de un niño cuando planea una travesursa. Entonces se levanta y va a la habitación de sus padres. Abre la puerta del armario y encuentra unas bolsas con regalos, realmente sabe que no son el suyo, pero como todos los años, siente la necesidad de echar un vistazo igualmente. Son los de sus primas, pero guardará el secreto. Estas fechas consiguen que la gente vuelva un poco a su niñez. Recuerda cuando era pequeña y a hurtadillas investigaba cada rincón de su pequeño piso para ver si descubría algo interesante. La sensación era increíble, sentía ese nerviosismo de ser descubierta, pero al mismo tiempo le gustaba, le encantaba. Era una pequeña travesura que año tras año volvía a repetir. A veces cuando estaba sola y a veces cuando sus padres estaban en alguna parte de la casa charlando traquilamente. Iba descalza, cosa que no era muy rara ya que, a pesar de lo que sus padres le decían, siempre lo hacía, y de puntillas para que el ruido fuera nulo y poder guardar su pequeño secreto. 


Siempre se fijaba bien en cómo estaban colocadas las cosas en los armarios antes de buscar para tratar de dejarlos exactamente igual, aunque al final nunca se acordaba de si esa camiseta estaba así colocada o de la otra forma o de si esa bolsa que cogió estaba en otro estante, era un completo desastre. Ella sabe que si descubre algo será una decepción porque no tendrá sorpresa, pero como se suele decir, “la curiosidad mató al gato”. Un año lo descubrió, era un juego de mesa, no recuerda exactamente cual. Cuando la mañana de Reyes lo abrió se hizo la sorprendida igualmente para que nadie se diera cuenta, de hecho lo había practicado antes para que no quedara forzado. A pesar de que sabía que en el fondo no quería descubrir su regalo cada año repetía lo mismo. A veces incluso iba a investigar y al final no buscaba demasiado y como generalmente las cosas estaban envueltas no se molestaba en ver lo que dentro había, simplemente dejaba volar su imaginación y el día en el que lo abría comprobaba si había acertado. Se pregunta cuándo dejará de hacerlo, cuándo esa niña que lleva dentro desaparecerá. Nunca encuentra respuesta, pero espera que de momento siga así, quiere guardarla dentro y cada año despertarla con su ilusión infantil navideña.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Lluvia en las pestañas.



Había escuchado eso de que para olvidar el fuego iba bien, o al menos para llevarlo mejor. Había que escribir una carta a esa persona con todo lo que quisieras decirle, sus recuerdos, tus sentimientos... pero no para enviársela, sino para quemarla. Dicen que si acercas esa carta a una llama y la quemas al mismo tiempo que el viento se la lleva el dolor no se te queda tan dentro. Decidió probarlo. Cogió una hoja de papel de las que había en la impresora, no recordaba donde estaba el resto del paquete, era demasiado desordenada y la cabeza no le daba para pensar en ese momento. No sabía por donde empezar. Comenzó a mirar fotos y cientos de recuerdos se le vinieron a la cabeza al mismo tiempo que sus lágrimas no aguantaban sin salir a la luz. Entonces cogió su bolígrafo bic azul y empezó a escribir.

<<Los días pasan y este dolor no se me va del pecho. A veces duele tanto que me cuesta respirar. Me acuesto temprano para estar sola y pensar en ti, bueno, igual que todo el día, pero cuando estoy con otra gente trato de esconder las lágrimas y sonreír como puedo, aunque a veces me es imposible y rompo a llorar esté con quien esté. Las noches son duras, echo de menos tus llamadas, así que cuando llega la hora prefiero ir para mi habitación. Me meto en cama y me tapo lo más que puedo, aunque el frío no desaparece. Tiemblo, es como esa sensación cuando tienes fiebre, pero hay que sumarle ese dolor tan fuerte que me atraviesa el pecho y la falta de tus brazos para quitarme el frío, lo mucho que necesito un abrazo tuyo. Entonces empiezo a hacer una recopilación de momentos contigo, lo hago cada noche. Son muchos los recuerdos, muchos y hermosos. A veces me da miedo la posibilidad de olvidarlos, no quiero que se me escape ni una sola cosa que haya pasado contigo, por eso cada noche hago memoria, aunque no me cuesta mucho. 
Fuiste el primero que pisó mi luna. ¿Sabes? Hubo momentos que hasta llegué a pensar que podrías ser el último, que ya no habría más. No quería más. A veces me preguntabas aquello de si era eso lo que quería, si no me asustaba pasar el resto de mi vida sin probar nada más, sin tener más historia que tú. Claro que no, yo no sabía si podía haber algo mejor, pero no me interesaba porque contigo me sentía completa. Felicidad en estado puro, brutal, era como volar. Día tras día. Siempre estaba contenta. Fue el mejor tiempo de mi vida.
Sabías perfectamente cuando decirme 'te quiero', eses 'te quiero' a los que al principio tanto me costaba responder. Me limitaba a sonreír tímidamente. Un día conseguí empezar a contestar con un 'y yo' no muy alto hasta que comencé a decírtelo. Llegó un día en el que me salía solo, que lo necesitaba. Recuerdo que me decías que tú me querías más. Yo siempre te lo discutía, te decía que no podías saber lo mucho que te quería yo para saber si tú lo hacías más. Al final parece ser que gané yo en eso de querer, aunque en realidad saliera perdiendo, ¡qué irónico! Nunca llegaré a saber si en el amor el que gana es el que más o el que menos quiere, depende de en qué sentido te lo preguntes supongo.
Tenías una forma de besarme que me alejaba de este mundo, no puedo explicar esa sensación. No hay mejor sitio que entre tus brazos. Me volvía loca tu forma de cerrar los ojos y de abrazarte a mí como alguien que se agarra con todas sus fuerzas a un salvavidas en el mar. Me encantaba quedarme dormida sobre tu pecho y despertarme quizás en la misma postura o tal vez no, pero siempre pegada a ti. Y digo esto porque tenías días en los que no parabas quieto, a veces me despertabas y no podía evitar reírme, me quedaba mirando para ti y sonreía, tal cual un “niño pequeño”, pensaba. Me gustaba tu forma de despertarme y me gustaba despertarte a ti. [...]>>

Así siguió. Una vez que escribió las dos primeras líneas ya no pudo parar. Llenó folios y folios. Empezó a recordar un montón de momentos con él. Lo escribía todo. Escribía todo para ver si esos recuerdos dejaban de dolerle. Llenó hojas de tinta y de lágrimas, que no dejaban de deslizarse por sus mejillas. Parecía una competición. Le recordaba a cuando era pequeña y se aburría en el coche y apostaba por una de las gotitas de lluvia que corría por el cristal de la ventanilla. Con sus lágrimas pasaba lo mismo, aunque esta vez no pensaba en eso, le daba igual la que ganara, es más, llegaba un punto en el que ya ni siquiera se daba cuenta de que lloraba. Solo cuando la gota caía justo en el trozo de papel donde le tocaba escribir y la tinta se corría, pero le daba igual. Ella seguía, total… nadie iba a leerlo... Recuerdo tras recuerdo, hoja tras hoja. Hasta que la impresora se quedó sin folios. Entonces no le quedó más remedio que buscar los otros. Estaban bajo la montaña de libros, apuntes, revistas y todo lo que se te pueda pasar por la cabeza que había en la mesa del salón. Continuó. La mano le dolía, pero los recuerdos no se acababan, ni todo lo que le quedaba por decir. Llegó un punto en el que decidió despedirse definitivamente, aunque podría seguir rellenando miles de hojas, podría escribir un libro.

<<[...] Siempre que me necesites estaré, lo sé. Recuérdalo. [...]>>

No tenía mucho sentido escribir aquello dado que nadie más que ella podría leerlo, pero tuvo que hacerlo, necesitaba decirlo. Sabía que así sería por mucho daño que le hiciera.

<<[...] Me acuerdo de esa frase: "lo guardaremos en nuestra memoria como un bonito recuerdo, como cuando metes algo en un baúl, algo que quedará ahí para siempre y que podrás recordar cuando quieras". Pero yo no quería meterlo en un baúl, yo quería seguir llenándome de momentos contigo y de meterlos en él, que fuera por si algún día se me llegaban a olvidar de tantos que tuviera. En un baúl para los dos. Por si cuando fuéramos dos abueletes quisiéramos recordar. Pero sé que eso no depende de mí y lo entiendo, eso es lo que más me fastidia. Tampoco olvido esa frase de "que nunca se sabe lo que puede pasar, ahora, por todo esto, creo que es mejor dejarlo, pero quiero estar bien contigo, quiero seguir sabiendo de ti porque tienes un corazón enorme y no quiero perderte. Además nunca se sabe, a lo mejor en un futuro es un buen momento. A lo mejor el día de mañana nos encontramos y quién sabe… y si ahora quedamos mal no hay posibilidades de nada". También me dijiste que durante todo el tiempo me habías querido y que todavía seguías haciéndolo. [...]>>

La despedida se siguió alargando.

<<[...] "De verdad que deseo lo mejor para ti y si empiezas con otra persona, que seguro que sí porque eres increíble, espero que te quiera por lo menos la mitad que yo y que te cuide como la princesa que eres". Todavía no me tienen mucho sentido esas palabras, yo quiero que seas tú el que me quiera y el que me cuide y me dan igual las circunstancias. Quiero que tú seas el que me quiera, ni la mitad, ni tres cuartos, ni el triple, quiero que tú me quieras a tu manera, como tú sabes, y que sea por lo menos un cuarto de lo que te quiero yo, con eso me bastaría porque créeme que eso ya es bastante.
Lo que me asusta de todo esto es que tengo esa sensación de que ya nada más volverá a ser igual. Que nunca volveré a volar. Nunca querré a alguien como a ti y nada será lo mismo, contigo todo era nuevo y especial. Cada día era como un nuevo capítulo de esos en los que no sabes lo que va a pasar, pero que siempre es bueno. Así lo vivía yo. Siempre avanzando, cada día algo nuevo. Aunque ahora mismo, siéndote sincera, tampoco quiero que eso pase con nadie más, porque solo puedo pensar en estar contigo. Es difícil tener que desprenderse de algo así. Pero la vida sigue, tiene que seguir, aunque sea como algo que no tiene mucho sentido. Mi gente me ayuda a seguir, y menos mal, porque sino no sé que sería de mí. [...]>>

Así siguió. Cuando consiguió ponerle punto y final vio demasiados folios y no sabía cómo hacer para quemarlos y no causar un desastre. Entonces se acordó de aquel sitio. Se acordó de aquel sitio que había en su pequeña ciudad. Ese sitio al que tanto le gustaba ir cuando quería estar sola, pensar y reflexionar en sus cosas. Ese sitio tan especial que le parecía que solo ella conocía. Pero antes de nada quiso leer aquellas palabras por última vez. Las lágrimas, que se habían tomado un descanso, volvieron otra vez al leer. De nuevo la competición. Pero al mismo tiempo a veces no podía evitar sonreír al pensar en todo aquello. Por momentos olvidaba lo malo, era como si se teletransportara y lo reviviera. Se sintió afortunada por esas vivencias, pero le mataba pensar que ya no iba a haber más, que se habían acabado. Por un momento le dio miedo quemar aquellos papeles, pero recordó el motivo por el que los había escrito, entonces secó sus lagrimillas, se lavó la cara para despejarse, cogió su chaqueta y salió de casa con sus hojas llenas de sentimiento y un mechero que le cogió a su madre.
Ya estaba allí. Se sentó un momento a pensar en ello, pero no demasiado, el que ella misma consideró suficiente. Entonces se levantó y comenzó a quemar los papeles, uno a uno. Cogía uno, lo quemaba y veía como se iba consumiendo al mismo tiempo que el viento se lo llevaba esperando que también se llevara el dolor con él. Así hizo con todos hasta el último. Mientras vio como desaparecía, se sentó apoyada en aquella piedra que tanto le gustaba y allí se quedó dios sabe cuanto tiempo, perdió la noción. El frío se le calaba en los huesos, pero no quería volver, no quería moverse, ese aire frío le ayudaba a despejarse y la anestesiaba un poco. Pero llegó un momento en el que creyó que se tenía que ir porque sus padres ya estarían preocupados. Entonces secó de nuevo sus lágrimas, puso una sonrisa en su cara y salió de allí, de su lugar especial, aquel que era como de otro planeta donde no había nadie más, su lugar donde evadirse de la realidad. En ese mismo momento entendió el sentido de ese pequeño truquillo, aquello servía para soltar todo lo que te corroe por dentro, para desahogarte y en cierto modo aliviarte, pero se dio cuenta de que ese dolor solo el tiempo podría curarlo, aunque también pensó que lo que había hecho era una buena terapia que tal vez algún día repitiera.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Que una despedida no siempre quiere decir que es el final y a veces el final llega sin despedida. Porque los finales terminan con un punto y nosotros tenemos esa tendencia a añadirle dos más. Que cuando dices 'nunca más' puede que acabes volviendo a caer, incluso más de una vez.

"Nunca digas nunca, pero nada es para siempre"

Así es, el 'nunca' se rompe y el 'para siempre' a veces no dura tanto como uno espera. El final puede llegar aún después de promesas de 'para siempre', aún viendo algo como infinito. Los juguetes se rompen, las historias se acaban y las personas se separan, igual que el café se enfría o el humo se disipa. Y los finales llegan. Pero decir que es el fin no implica que lo sea. Después de un supuesto final puede haber más y tal vez el verdadero llegue sin más, sin despedidas, sin un 'adiós' y puede, también, que sea el que más duela, el que no te esperas y al principio te deja una pequeña esperanza que acaba por desaparecer, el final que no te deja una explicación, el que te deja sin una posibilidad de despedirte ni de decir nada.

martes, 4 de diciembre de 2012


En esta época me acuerdo un montón de ti y, a pesar del tiempo que ya pasó desde que te fuiste, todavía te echo de menos. Llevo ya media vida sin ti. Pero todavía sigues en mi recuerdo. Todavía no he olvidado aquel día, el último día que te vi, se ha quedado clavado en mi retina. Yo te esperaba en el bar Armonía, aquel en el que tantos momentos felices pasé, aunque ese día no fue precisamente uno de ellos. Tardabas más de lo normal así que salí a la calle a ver si venías y efectivamente, ahí estabas, caminando hacia mí. Entonces una sonrisa iluminó mi rostro (y también el tuyo), fui corriendo hacia ti y te di un abrazo enorme. A veces me pregunto si aquella impaciencia por verte y ese recibimiento tan efusivo fue debido a que de algún modo sabía que algo iba a pasar aquel día o simplemente fue casualidad o ilusión e ímpetu. Ímpetu porque ese día íbamos a ir a comprar mi regalo de comunión, a la que tú ya no pudiste ir aunque sé que te encantaría haber estado, en la comunión de tu querida niña, la más pequeña. Tampoco pudimos ir a comprar nada y no sabes lo que me costó ir un tiempo después, de hecho no quería, pero no me quedó otra... no quería si no era contigo, no me tenía sentido, pensaba que tú tenías que estar a mi lado y no lo estabas, ya nunca más lo estarías... Después de aquel abrazo fuimos juntos para el bar y nos sentamos, yo estaba en frente de ti, jugando con unos lápices, la verdad es que en aquella época me entretenía con cualquier cosa. Pero en ningún momento te perdía de vista, controlaba todos tus movimientos, estaba pendiente de todo. De repente noté algo extraño en ti, yo no sabía qué te pasaba, pero sabía que algo sí. Vi como empezaste a ponerte nervioso y de repente... de repente te caíste. Me quedé mirando asustada y no podía entender nada, me quedé totalmente impactada. Me costó un buen rato reaccionar y entonces... ¡entonces se me cayó el mundo encima! No sabía qué hacer, no sabía si esconderme, si llorar, si ir a junto tuya, si salir corriendo... La verdad es que en ese momento no podía pensar nada... Entonces papá me acompañó a fuera para que no viera aquello y se tuvo que volver para dentro para ayudarte y yo estaba allí sola sin saber qué estaba pasando dentro, pero lloraba, las lágrimas no paraban de salir de mis ojos. ¿Pero sabes qué? Mi padre te salvó, como un héroe, si no hubiera sido por él, para cuando la ambulancia llegara ya habría sido demasiado tarde. A pesar de todo, yo nunca más pude volver a estar contigo... Pero me quedan un montón de buenos recuerdos tuyos y eso me tranquiliza. Muchas veces, cuando compro una prenda de ropa colorida me acuerdo de ti, "esto le gustaría al abuelo" pienso, porque sé que no te gustaban nada los colores apagados y te encantaba verme con ropa lo más colorida posible, con colores alegres, alegres como yo, aquella niña que siempre te sonreía con admiración.
Todavía tengo aquel osito blanco de peluche que una tarde me regalaste, ¿y sabes qué? Se ha convertido en mi favorito. No sabes la cantidad de veces que dormí con él. Lo abrazaba con mucha fuerza, aunque a veces cuando me despertaba estaba en el suelo... Cuántas lágrimas derramé en él... También tengo la muñeca de porcelana, esa no me gustaba tanto, me daba miedo, aunque ahora la guardo como un tesoro.
Pasaba mucho tiempo contigo. Me acuerdo de aquellas tardes, aquellas tardes en las que yo esperaba ansiosa tu señal, tu señal que me indicaba que era la hora del paseo. Entonces me levantaba rápidamente y preparábamos la bolsita de pan para los patos y las palomas con la abuela. Cuando todo estaba listo allá íbamos, hacia el parque Rosalía de Castro. Me sentía la más afortunada cuando iba a tu lado y me dabas una seguridad que no soy capaz de explicar. También me fijaba en que no había un solo día en el que pasaras sin coger una hoja de laurel, la acercaras a la nariz e inspiraras fuertemente tratando de atrapar todo ese maravilloso olor que tú mismo me enseñaste a apreciar. Cada vez que paso junto a uno de eses arbustos no puedo evitar arrancar una hoja y quedármela hasta que la gasto de tanto olerla. Después de todo el recorrido nos sentábamos un poco en un banco porque tú te cansabas. Yo intentaba convencerte de seguir caminando, quería que me siguieras enseñando cosas, seguir investigando, me sentía como una exploradora, pero acababa cediendo y hasta en ese momento hacías que estuviera entretenida. Dibujábamos con tu bastón en la arena y escribíamos nuestros nombres dejando nuestra huella y cuando nos íbamos siempre esperaba que al día siguiente siguieran allí, pero siempre desaparecían y había que volver a escribirlos.
Daría cualquier cosa por poder bailar contigo este fin de año como lo tengo hecho otras veces. Siempre me cogías y ponías mis pequeños pies sobre los tuyos y por un momento hacías que me sintiera como una buena bailarina aunque en realidad fuera un desastre.
Siempre te recordaré cantando, ¡cómo te gustaba! Y cómo me gustaría a mí volver a escucharte dedicándome una de aquellas canciones a tu manera tan peculiar, como la de "cielito lindo". ¡Cuántas veces me la tienes cantado y qué ilusión me hacía!
Siempre te querré abuelo, gracias por aquellos días.

sábado, 1 de diciembre de 2012

White and cold december.

Diciembre, el mes de la Navidad y la ilusión. También de la nostalgia y del frío. El mes de la esperanza, donde cualquier cosa puede suceder, donde todo parece más posible. Es el mes de las sorpresas. También, el melancólico, en el que te acuerdas de los que ya no están a tu lado, pero también es cuando, inconscientemente, te das cuenta de las personas que realmente valen la pena, esas que te apoyaron desde el inicio hasta el final; personas que quieres que sigan contigo en el año que entra y en todos los que quedan. Diciembre, quizás el mes más esperado del año. Tal vez sea una tontería, al fin y al cabo es otro mes más, treinta y un días, setecientas cuarenta y cuatro horas, pero también es el fin de otro año lleno de recuerdos y nuevas experiencias; solemos reflexionar y darnos cuenta de que cada día pasa más rápido, que el tiempo vuela y hay que aprovecharlo. Para mí es quizás el mes más bonito del año, el de los encuentros más esperados y a lo mejor también de los más inesperados. Me encanta ver las caras de los niños, tan ansiosos por la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos, las tiendas vestidas de Navidad, al igual que las calles, llenas de luces. Es una época especial, mágica, que trae consigo sentimientos indescriptibles.