Después de 17 años
hay ocasiones en que aquella pequeña niña sigue apareciendo. En estas fechas
ocurre. Como cada año, es como si la pequeña volviera a casa por Navidad, cada año revive.
Miércoles por la tarde. Su padre se ha levantado de la siesta y parece
que se va a dar un paseo. Viene a decírselo al salón y entonces, tras una
mirada que él entiende perfectamente los dos sonríen y él pregunta: “¿qué pasa?”,
pero no cuela, ella sabe que se da cuenta de lo que pasa, no sabe hacerse el
tonto, su cara lo dice todo. Así que no le queda más remedio que prepararle
algo de merienda. Intentaba escaquearse, pero si su niña se lo pide cede sin
necesidad de mucha insistencia, siempre ha sido así, ella lo sabe y tal vez, a
veces se aproveche un poco de ello. Después de preparársela se va. Mientras
estaba merendando, algo se le vino a la cabeza. Una sonrisa iluminó su rostro, una sonrisa como la de un niño cuando planea una travesursa. Entonces se levanta y
va a la habitación de sus padres. Abre la puerta del armario y encuentra unas
bolsas con regalos, realmente sabe que no son el suyo, pero como todos los
años, siente la necesidad de echar un vistazo igualmente. Son los de sus
primas, pero guardará el secreto. Estas fechas consiguen que la gente vuelva un
poco a su niñez. Recuerda cuando era pequeña y a hurtadillas investigaba cada
rincón de su pequeño piso para ver si descubría algo interesante. La sensación
era increíble, sentía ese nerviosismo de ser descubierta, pero al mismo tiempo
le gustaba, le encantaba. Era una pequeña travesura que año tras año volvía a repetir. A
veces cuando estaba sola y a veces cuando sus padres estaban en alguna parte de
la casa charlando traquilamente. Iba descalza, cosa que no era muy rara ya que,
a pesar de lo que sus padres le decían, siempre lo hacía, y de puntillas para que el ruido fuera nulo y poder guardar su pequeño secreto.
Siempre se fijaba bien en cómo estaban colocadas las cosas en los armarios antes de buscar para
tratar de dejarlos exactamente igual,
aunque al final nunca se acordaba de si esa camiseta estaba así colocada o de
la otra forma o de si esa bolsa que cogió estaba en otro estante, era un completo desastre. Ella sabe que
si descubre algo será una decepción porque no tendrá sorpresa, pero como se
suele decir, “la curiosidad mató al gato”. Un año lo descubrió, era un juego de mesa, no recuerda exactamente cual. Cuando la mañana de Reyes lo abrió se hizo la
sorprendida igualmente para que nadie se diera cuenta, de hecho lo había practicado antes para que no quedara forzado. A pesar de que sabía que en el fondo no quería
descubrir su regalo cada año repetía lo mismo. A veces incluso iba a investigar y al final no buscaba demasiado y como generalmente las cosas estaban envueltas no se molestaba en ver lo que dentro había, simplemente dejaba volar su imaginación y el día en el que lo abría comprobaba si había acertado. Se pregunta cuándo dejará de
hacerlo, cuándo esa niña que lleva dentro desaparecerá. Nunca encuentra
respuesta, pero espera que de momento siga así, quiere guardarla dentro y cada
año despertarla con su ilusión infantil navideña.
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