domingo, 17 de febrero de 2013

El monstruo de la soledad.








(Dibujos hechos por  Marta Diez, la dueña del blog http://introspectivamentepayasa.blogspot.com.es. Arte extravagante. Simple, pero bello y expresivo.)


Aquella chica cada noche se iba a cama y recordaba las conversaciones que un tiempo atrás tenía con él y esa puta sonrisa tonta que le provocaban, la cual no volvía. Y dolía. Joder si dolía... 

Aquella chica dejó de temer a esos monstruos de debajo de su cama, bueno, no exactamente, en realidad ya no había monstruos, se habían ido por las goteras que caían de su almohada. Sus antiguos vecinos nocturnos habían tenido que trasladarse por inundación. Ya no le temía a los monstruos, por supuesto. Pero el miedo no desaparecía. Parece ser que no hay manera de librarse de él, simplemente es como la energía, que ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Pasó a temerle a la soledad, que al fin y al cabo, una vez que la descubres, te das cuenta de que es algo mucho más fuerte. La soledad también destruye gente y de una forma tremendamente dolorosa. Te destroza y te consume poco a poco, lentamente. De repente todo se había vuelto terriblemente frío. Las mantas, que antes parecían protegerla de los monstruos, como una especie de escudo, no conseguían protegerla contra el frío. Esas mantas que a todos nos han protegido alguna vez de monstruos, asesinos, ladrones, hombres del saco y todo tipo de seres paranormales no hacían que el frío desapareciera. 

A pesar de todo ella era fuerte. Cada vez que salía a la calle vestía su preciosa sonrisa a modo de maquillaje escondiendo su nuevo temor. Siempre había escuchado eso de que cuando estás abajo, tienes la oportunidad de levantarte y demostrar lo que realmente vales a las personas que no creen en ti y con el tiempo consiguió aplicárselo. Decidió que era una buena idea eso de conseguir que la gente que le había hecho daño se quedara con la boca abierta al ver su sonrisa de oreja a oreja.


A menudo las personas de apariencia más dura son las que más han sufrido, las que cada noche tienen que luchar contra sus temores ya que sus mantas no hacen de escudo contra ellos.





"No hay nada de malo en tener miedo, pero por nada del mundo dejes que eso cambie tu forma de ser." (El alucinante mundo de Norman)

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