viernes, 22 de marzo de 2013

22 de marzo

Felicitaciones a lo largo del día. Algunas me hicieron hasta llorar de emoción. Llamadas. Mensajes. Mucha ilusión. Sorpresas. Y como no, mis chicos me hicieron soplar las velas. Desde luego que son los mejores, siempre consiguen sorprenderme.



Fin del día. Hago un balance. No ha ido mal. Ahí estuvieron los míos, como siempre. Felicitaciones inesperadas y otras que faltaron. Ha sido un día raro, lleno de todo tipo de sentimientos, realmente emotivo. Lágrimas de emoción y también pensamientos traicioneros. Es un día en el que la gente querida te dá alegrías, pero también es un día en el que piensas en la gente que no está. Piensas en la gente que no está y te gustaría que estuviera. Gente que te gustaría que pasara este día tan especial a tu lado. Piensas en la gente que te gustaría que te felicitara y no lo hizo, aunque tampoco te sorprende. Echas cosas en falta, pero desde luego yo me quedo con lo bueno, que es que tengo un montón de gente a mi lado increíble y que espero seguir manteniendo a lo largo de muchos años, todos los posibles.

jueves, 21 de marzo de 2013

El tiempo corre a velocidades vertiginosas. Corre. Corre. Corre. Se escapa como si alguien lo persiguiese, por eso hay que aprovecharlo al máximo. El tiempo nos hace crecer.

Cuando empezamos a andar deseamos que nos suelten la mano, empezamos a hacernos mayores. Al crecer un poco descubrimos el maravilloso mundo de los cuentos y las películas y empezamos a imaginarnos un futuro que en ese momento ves lejano en el que nos vemos como princesas o como esas típicas chicas que lo consiguen todo, a las que todo les sale bien. Ahora sabemos que las cosas no suelen ser así. Soñábamos con hacernos mayores y cuando realmente empezamos a hacernos "mayores" nos dá pena y por momentos nos gustaría volver a ser como antes. Echamos de menos todas esas etapas y sobretodo el no tener preocupaciones, entonces  no teníamos ningún problema, lo máximo que nos podía pasar era que se nos rompiera una muñeca, que un niño no quisiera jugar con nosotros, que alguien nos ganara una carrera, que el columpio estuviera ocupado... Estas cosas nos parecían una tragedia por aquel entonces, pero ahora todo es mucho más complicado. Tal vez ahora hayamos aprendido a disfrutar cada momento al máximo, a aprovechar el tiempo. Ahora no dependemos tanto de la familia, no necesitamos que nuestros padres nos den la mano para cruzar la calle aunque a veces sí necesitamos una mano amiga que nos ayude a seguir el camino. Lo que antes soñábamos no siempre es tan maravilloso como creíamos que era, no es como en los cuentos de hadas y sobretodo, si algo hemos aprendido es que no todo acaba siempre en final feliz.

Primero fue aprender a andar, a saber como mirar la hora y cuando debemos cruzar la calle, a compartir nuestros  juguetes con otros niños, aprender a columpiarse... Pequeñas cosas que nos marcan. Ahora lo que debemos aprender es que si te caes te tienes que levantar, que de los errores se aprende (en teoría), que si una vez tropiezas con una piedra debes intentar no tropezar la próxima vez, que para contar los verdaderos amigos te sobran los dedos de las manos, que aunque estés destrozada por dentro debes sonreír, que no todo el mundo es como parece, que todo tiene caducidad... También aprendemos que lo que nunca se puede dejar de lado son los amigos, porque los de verdad nunca te dejarán. En eso consiste la vida, nunca se deja de aprender.

Dieciocho años, hoy cumplo la mayoría de edad. Ya hace dieciocho años que nací. En este tiempo he vivido muchas cosas. He amado y he odiado. He querido y me han querido. Me he sentido la persona más feliz del mundo y también he querido desaparecer. Me han hecho daño y también lo he hecho yo aunque no quisiera hacerlo. He abrazado y he sido abrazada. Algunos abrazos me han dado la vida y algunos han sido el comienzo de un sinvivir. Algunos abrazos dejan un sabor a despedida que te destroza por dentro, igual que algunos besos. He llorado de felicidad y también he pasado días enteros encerrada en casa totalmente rota sin que las lágrimas pararan de caer. El amor me ha hecho sentir como a punto de explotar de felicidad, me ha hecho tener miedo de no volver a sentirme así nunca más, me ha hecho tener miedo de perder, y también me ha hecho explotar a llorar. He llegado a vivir del recuerdo, a veces es lo único que te mantiene con vida. He perdido a gente y he conocido a otra increíble. A pesar de todo sé que me queda mucho por vivir y eso me encanta.

Todo cambio es movimiento y todo movimiento es hacia delante.